Inteligencia Artificial en la educación superior: entre el desafío y la oportunidad

Roni Pérez Pizarro

Director Académico

Universidad Central Región de Coquimbo

 

En los últimos años, la educación ha experimentado un cambio paradigmático, impulsado por la aparición de tecnologías emergentes, en particular la inteligencia artificial (IA). Esta herramienta ha ampliado las posibilidades pedagógicas al facilitar la creación automatizada de contenidos como textos, presentaciones y distintos recursos, promoviendo nuevas dinámicas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Al mismo tiempo, plantea desafíos éticos y pedagógicos que cuestionan y redefinen el rol de docentes y estudiantes en este nuevo escenario educativo.

 

Este impacto ha sido especialmente profundo en la educación superior. Las universidades enfrentan el reto de adaptarse a un contexto caracterizado por la aceleración tecnológica y las nuevas demandas de los/as estudiantes y del mercado laboral. En este escenario, la IA se presenta como una herramienta, capaz de personalizar el aprendizaje, optimizar la gestión institucional y liberar tiempo pedagógico para fortalecer el vínculo humano entre docentes y estudiantes. Sin embargo, estas oportunidades vienen acompañadas de importantes desafíos. Se requiere más que acceso a plataformas tecnológicas. Exige una cultura institucional de innovación, marcos éticos claros, formación docente continua y otros compromisos. Las decisiones no deben ser solo técnicas, sino también profundamente pedagógicas y sociales.

 

La IA no viene a reemplazar al docente, sino a potenciar sus capacidades. El desafío está en cómo integramos estas herramientas de forma crítica, ética y creativa, sin perder de vista el encuentro humano como centro del proceso educativo. La innovación en el aula implica una oportunidad para repensar nuestras prácticas y nuestros vínculos con los/as estudiantes.

 

La incorporación de la IA en el aula podría generar transformaciones significativas en la dinámica pedagógica, promoviendo nuevas formas de interacción entre docentes y estudiantes. Su uso tiene el potencial de enriquecer los entornos de aprendizaje mediante metodologías más activas y recursos adaptativos, fomentando la participación, la creatividad y el pensamiento crítico, siempre que se integre con sentido pedagógico y propósito claro.

 

En definitiva, este escenario nos invita a repensar la educación superior del presente y del futuro. Una educación que no solo enseñe a usar tecnologías, sino que también forme ciudadanos/as capaces de interrogarlas, resignificarlas y apropiárselas con sentido crítico. Una educación que no tema al cambio, sino que lo abrace con responsabilidad, reflexión y visión transformadora.

 

Revista G&M Gestión Minera N°116

 

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