Por Manuel Farías,
Director de Itinerarios de Educación Técnica y Formación Profesional,
Fundación Chile.
Existe un consenso generalizado sobre la importancia de la innovación como un elemento clave para abordar las grandes transformaciones que nuestro país necesita, como se destaca en la Estrategia Nacional del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI). En esta estrategia, se enfoca en promover una educación que resalte el papel de la imaginación, la curiosidad y el pensamiento crítico, y busca establecer una sólida alianza entre el ecosistema CTCI y el ámbito educativo en todos sus niveles.
Al conmemorarse los 81 años de la Educación Técnico Profesional es justamente este último punto el que nos invita a reflexionar sobre su rol en este ámbito. Por su naturaleza, a las instituciones de formación técnica se las ve lejanas a la innovación y se las relaciona a una formación orientada al trabajo. Sin embargo, la nueva Ley de Educación Superior, las modificaciones del Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior y la Estrategia Innova TP (recientemente presentada por la Subsecretaría de Educación Superior) han comenzado a movilizar a estas instituciones a avanzar en ese camino, derivando en grandes desafíos y nuevas oportunidades para los Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales.
Si bien la innovación se está intencionando en la Educación Superior Técnico Profesional, ¿qué pasa con los liceos técnicos profesionales?; sabemos que su incorporación temprana en la comunidad escolar es clave para otorgar a los jóvenes nuevas oportunidades en sus trayectorias formativas y laborales, y dotarlos de nuevos conocimientos que tendrán un impacto relevante en su futuro laboral. Pero para dar respuesta a las grandes transformaciones que determinarán el futuro del país se requiere avanzar a un ritmo más acelerado y motivar a las instituciones de formación técnica a asumir integralmente la innovación para maximizar su potencial como motores de innovación en sus ecosistemas locales.
No es un dato menor que la enseñanza media técnico profesional cuente con más de 160 mil estudiantes, 37% de la matrícula total de 3º y 4º medio, lo que implica una masa crítica con un potencial enorme de futuros innovadores y/o emprendedores que fortalecerán el desarrollo sostenible del país.
Para que esto ocurra es fundamental que los jóvenes encuentren sentido a innovar y emprender, y esto surge en la medida que se vinculen tempranamente con el mundo laboral y se relacionen con su entorno dotados de estas nuevas competencias y habilidades propias del siglo XXI, así podrán generar soluciones oportunas y pertinentes a las problemáticas y desafíos de sus entornos. Los retos que debemos enfrentar como país son claros e invitan a la Educación Técnica a pensar fuera de la caja y convertirse en protagonista de los cambios.