Darío Morales, Director de Estudios de Acera.
El tema de la Bioenergía y, especialmente, el de los biocombustibles, se ha transformado en uno prioritario para los países de la Región, producto de la alta volatilidad en los precios del petróleo, el problema del cambio climático en razón de la emisión de gases de efecto invernadero y la necesidad de los países en controlar la dependencia de su matriz energética.
La alerta por consecuencias devastadoras producto del cambio climático se ha dado siempre, pero durante mucho fueron palabras ignoradas.
Hoy, cuando pareciera que estamos contra el tiempo y el reloj de a poco nos deja sin más alternativas, la industria a nivel mundial trabaja a toda máquina para encontrar opciones que calmen al menos en parte los efectos del daño ya causado.
Es entonces cuando los biocombustibles pasan a formar parte de este abanico de posibilidades, siendo urgente y prioritario para los países de la región, que al momento de querer adoptarlas se ha encontrado con algunas cuantas barreras, como la ausencia de políticas públicas robustas, y la falta de inversión en nuevas tecnologías.
Algo que pareciera ser incomprensible al momento de repasar las principales ventajas o beneficios de la biomasa como fuente de energía, donde podemos destacar:
- Precio económico.
- Poco contaminante.
- Fuente de energía renovable y muy abundante.
- Crea empleo en zonas rurales.
- Rendimiento muy elevado.
¿Entonces? Según expertos, ocurre que el desarrollo de la bioenergía también ha provocado una gran preocupación acerca de su viabilidad económica, social y ambiental, debido a sus posibles impactos negativos en la seguridad alimentaria, por ejemplo. La producción de biocombustibles es compatible con la producción de alimentos siempre que se seleccionen productos que no compitan con las tierras de producción con fines alimentarios y sean de alto rendimiento energético. Por eso se torna absolutamente necesario establecer medidas eficientes y aplicadas con conocimiento de reales expertos, y correcta aplicación de políticas en áreas tales como el manejo y desarrollo territorial, tecnologías de procesamiento de materias primas y rutas de conversión, marco regulatorio y relaciones contractuales a lo largo de la cadena de valor de la bioenergía.
“Lo primero es entender que el concepto de bioenergía es muy amplio y es esta variedad lo que puede llevar a confusión sobre su aptitud ambiental. En general, se puede entender la bioenergía como la energía que se puede extraer de la materia orgánica o también llamada biomasa. Así, se puede obtener energía, a partir de materia orgánica en descomposición, material forestal, a partir de cultivos especialmente realizados con propósitos energéticos o incluso a partir de algas. En consecuencia, en la medida de que esta biomasa sea producida de manera sustentable, podremos considerar a la bioenergía como una energía renovable con aptitud ambiental”, explica a G&M Darío Morales, Director de Estudios de Acera.
A lo anterior, agrega que “al igual que desde la perspectiva ambiental, su viabilidad económica depende fuertemente tanto del origen de la biomasa, como del tipo de necesidad energética que se busca cubrir. Con respecto al primer punto, existe toda una cadena logística que se debe implementar para la producción de la biomasa, su transporte al punto de procesamiento y luego el transporte del energético hacia el punto de consumo.
Esto, sin duda tiene costos que deben ser cubiertos. Para el caso de las aplicaciones que requieren energía térmica, normalmente la alternativa es el uso de combustibles fósiles, por lo que es posible armar casos en los cuales la bioenergía sea viable tanto ambiental como económicamente. Por otro lado, para la producción de energía eléctrica, la alternativa es el uso de tecnologías muy económicas como la eólica y solar, por lo que los casos de negocios viables normalmente son aquellos asociados a procesos productivos de otras industrias (co-generación y esquemas de eficiencia energética), donde los costos logísticos están cubiertos por otras actividades económicas”.
A pesar de lo anterior, Morales aclara que “es importante destacar que a partir de la bioenergía se puede producir energía eléctrica 24/7, la que sin duda será necesaria de disponer si queremos tener un sistema eléctrico 100% renovable. Así, si avanzamos en un mercado eléctrico que valore adecuadamente este atributo para aquellas fuentes primarias de bioenergía que cumplan con criterios ambientales adecuados, entonces podremos ver en el futuro una mayor participación de estas tecnologías en nuestra matriz eléctrica”.
Ocho proyectos con aprobación ambiental
En el sistema eléctrico actualmente hay 435MW y 58MW de proyectos de biomasa y biogás, respectivamente. En operación 487MW y 14MW respectivamente que han sido aprobados ambientalmente. También hay otros 30MW en proceso de calificación ambiental.
Las iniciativas contemplan la construcción y operaciones de unidades generadoras a partir de residuos forestales y agrícolas.
La razón de por qué la mayoría de los proyectos aprobados estén pensados en la Región del Biobío, se debe a que la Región tiene una actividad industrial, forestal y agrícola muy intensa y es probablemente por las razones explicadas anteriormente que se pueden estar dando las condiciones para el desarrollo de este tipos de tecnologías.
Las iniciativas
- Planta de cogeneración Santa Juana: Contempla 2,9 MW de potencia, que busca instalarse en la Región del Biobío. El proyecto, con una inversión de US$7 millones, contará con una caldera y con cámaras de secado de madera, a partir de la combustión de biomasa proveniente de los deshechos forestales.
- Planta bioenergía Ñuble:Considera 17,5 MW de capacidad instalada para emplazarse en la Región del Biobío, usando biomasa forestal, «aprovechando de esta forma, el potencial forestal existente en la zona, permitiendo innovar al integrar a los productores de biomasa forestal de aserraderos y pequeños propietarios de bosques».
- Planta de Cogeneración Bioenergía de los Ríos:Propone instalar 9 MW en Valdivia, «cuyo combustible es biomasa forestal no tratada, con el fin de generar energía térmica en forma de vapor para procesos industriales y electricidad». Tiene una inversión estimada de US$38 millones.
- Planta de Generación Eléctrica Victoria:Plantea construir y operar 20 MW, a partir de biomasa agrícola en la Región de La Araucanía, «la que normalmente se elimina mediante quema controlada en las zonas agrícolas».
- Planta de cogeneración con biomasa NorskeSkog Bio Bío: Considera 27 MW en la Región del Biobío, utilizando «como combustible biomasa, residuos agrícolas y residuos urbanos asimilables a biomasa forestal que tendrán la característica de ser no tratados, siendo una alternativa utilizar gas natural en los días de escasez del combustible titular o cuando la calidad de la materia prima sea baja».
- Central Térmica Biomasa Agrícola Newenkutral: De 40 MW, que buscan instalarse en la Región del Biobío, utilizando como combustible 95% de biomasa agrícola y 5% de biomasa forestal.
- Nueva caldera de combustión Orafti Chile:Contempla 12 MW en la Región del Biobío, reemplazando el funcionamiento de dos calderas que actualmente se encuentran en funcionamiento, las cuales generan aproximadamente 60 MW térmica cada una, utilizando gas natural y fuel oil 6. «La caldera de co-combustión utilizará mezclas de biomasa y carbón, las cuales se encontrarán dentro del siguiente rango de proporciones: 20-100 % de biomasa y por ende de 80-0 % de carbón».
- Central Energía Biomasa Mulchén:Considera 20 MW para operar en la Región del Biobío, con la instalación de una caldera de poder que producirá 80,0 ton/h de vapor a 65,0 bar de presión y 490º C de temperatura, utilizando como combustible únicamente biomasa forestal para generar 20,0 MW de potencia eléctrica en un turbogenerador. Fuente: ACERA.
¿Qué nos falta como país en materia de bioenergía?
Ante esta pregunta, Darío Morales, Director de Estudios de Acera, dice a Revista G&M Gestión Minera que “Es imprescindible contar con una política pública más activa en el desarrollo y utilización de la bioenergía. Hay que hacer especial énfasis en el uso de leña para calefacción en la zona centro sur. El uso de leña húmeda es uno de los principales causantes de la contaminación por material particulado durante el invierno. Además, hay que avanzar en el uso sustentable de este recurso a partir de medidas como planes de manejo sustentables de nuestros bosques, y en medidas que permitan una mayor electrificación de la calefacción. También hay que avanzar en la promoción de medidas de eficiencia energética, a nivel industria y residencial” concluye.